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Tres niños trabajando en un jardín al aire libre

Cultivar un futuro mejor: La historia de la familia de Frasiko

Cada año, el 16 de octubre, el Día Mundial de la Alimentación promueve el derecho humano a la alimentación y celebra los esfuerzos mundiales para garantizar que todo el mundo tenga acceso a la nutrición que necesita para prosperar. El tema de este año, "Derecho a la alimentación para una vida y un futuro mejores", coincide con nuestra misión en Feed the Children, y hoy nos enorgullece compartir una historia de Malawi que pone de relieve el poder transformador de la alimentación.

Frasiko , su esposa Felita y sus cuatro hijos - Takondwa, de 10 años; Malaki , de 5; Martha , de 3; y Yamikani , de 6 meses - viven en Chilenga, un pequeño pueblo del corazón rural de Malawi. En la región, más de un tercio de los hogares están por debajo del umbral de pobreza.

La principal fuente de alimentos de la familia era su cosecha de maíz, pero el hambre frecuente y una dieta monótona hicieron mella en su salud y bienestar. Para los niños en edad escolar, el hambre era un obstáculo para su educación.

Takondwa, el hijo mayor, recuerda: "Solíamos ir a la escuela con el estómago vacío. Cuando volvíamos, a veces tampoco encontrábamos comida y nos íbamos a dormir hambrientos".

Esta era la realidad de la familia Kamchuwa: trabajo duro sin recompensa, haciendo todo lo posible por sobrevivir pero sin llegar a conseguirlo. Frasiko cuidaba el huerto antes del amanecer, mientras Felita recorría largas distancias para recoger agua. Las comidas eran escasas y a menudo se saltaban el desayuno.

"Me preocupaba mucho la escasez de alimentos en nuestro hogar", afirma Frasiko."Consumir siempre el mismo tipo de alimentos no era beneficioso para mi familia. Mis hijos sufrían desnutrición, lo que también ponía a prueba nuestros ya limitados recursos económicos con las facturas médicas."

El punto de inflexión llegó cuando el programa de Desarrollo Comunitario Centrado en la Infancia (CFCD) de Feed the Children llegó a su aldea. Gracias a sus donaciones, la familia recibió plantones de hortalizas, árboles frutales y -quizá lo más importante- formación sobre cómo maximizar el rendimiento de su nuevo huerto. Este apoyo integral no sólo cubrió las necesidades nutricionales inmediatas de la familia, sino que también sentó las bases de una estabilidad a largo plazo.

El impacto fue inmediato y profundo. La dieta de la familia se diversificó y empezaron a disfrutar de verduras como el bonongwe (amaranto) y el mpiru (hojas de mostaza), ambas ricas en nutrientes que sus cuerpos habían echado en falta.Los cuatro niños comen verduras felices.

"De nuestro nuevo huerto, mi comida favorita es el bonongwe", dice Takondwa. Malaki añadió: "Me gusta el mpiru mezclado con harina de cacahuete de nuestro huerto. Está riquísimo".

Su nuevo huerto no sólo mejoró su dieta. También abrió nuevas oportunidades económicas para la familia. Frasiko empezó a vender plátanos y batatas de pulpa anaranjada, y utilizaba el dinero para comprar material escolar para sus hijos y cualquier otro alimento que no pudieran cultivar ellos mismos.

El impacto del programa CFCD tampoco se ha limitado a una sola familia. Un funcionario del Ministerio de Agricultura de la zona comentó los cambios más amplios, señalando: "La distribución de semillas de hortalizas y plantones de frutales en nuestra zona ha mejorado notablemente la situación económica de muchos hogares."

La historia de Frasiko es un testimonio del impacto de tu apoyo. El viaje de su familia de la penuria a la esperanza encarna el tema del Día Mundial de la Alimentación de este año, ilustrando la profunda diferencia que puede suponer el acceso a alimentos diversos y nutritivos para garantizar una vida mejor y un futuro mejor para todos, en todas partes.

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