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Un profesor en un aula enseñando a niños en África

Reformar una comunidad mediante la educación

Está oscuro cuando Margret se despierta y se levanta. El sol no saldrá hasta dentro de una hora, pero Margret tiene demasiadas cosas que hacer como para esperar a que amanezca. Su marido, John, también empieza a despertarse. Con cuidado de no molestar a sus dos hijos, Margret se escabulle de la casa.

Enciende un pequeño fuego en la estufa exterior que sirve de cocina a la familia y busca su cubo. Tendrá que caminar hasta el pozo más cercano para conseguir agua. Cuando regrese, el fuego estará lo bastante caliente como para calentar el agua para que sus hijos puedan asearse, y ella podrá utilizar el resto del agua para cocinar y limpiar.

El sol empieza a salir cuando Margret se dispone a preparar el desayuno para la familia. Sus hijos de cuatro y seis años ya están despiertos. Después de desayunar, la familia se marcha: John a ocuparse de la pequeña granja familiar y Margret y los niños a pasear por la ciudad. El hijo de seis años de Margret va a la escuela primaria local, pero el de cuatro irá con ella a la guardería comunitaria apoyada por Feed the Children.

La guardería ofrece clases de preescolar, guardería y, lo que es igual de importante, comida para los alumnos. Margret llega una hora antes para poder ordenar el aula y preparar un desayuno a base de gachas nutritivas para los demás alumnos que pronto empezarán a llegar.

Margret empezó a trabajar como voluntaria y a dar clases en el Childcare Center hace unos años, y rápidamente se convirtió en el proyecto que más le apasionaba. Es la voluntaria más activa del centro y su mayor defensora. Por las tardes, cuando termina de dar clase, va a casa de los alumnos que han faltado ese día para ver cómo están. Incluso visita las casas de los niños que no asisten al centro, promoviendo sus beneficios y animando a los padres a que envíen a sus hijos a recibir educación. En el distrito de Mzimba (Malawi), donde vive Margret, los niños pequeños suelen tener que ayudar en las tierras de sus familias, pastoreando el ganado o realizando otras tareas sencillas.

A pesar de ello, los esfuerzos de Margret por captar alumnos han tenido un éxito general. Desde que la guardería empezó a funcionar, las escuelas primarias y secundarias locales han visto mejorar las notas de los alumnos.

Margret considera que la educación que imparte la Guardería es crucial para el desarrollo de su comunidad.

"Mi marido y yo damos las gracias a Feed the Children por haber introducido la guardería en nuestro pueblo", dice. "Mis hijos han tenido el privilegio de empezar la escuela a una edad temprana, y asisten regularmente, a diferencia de nuestra generación. Antes íbamos a la escuela sólo durante los meses de verano y dejábamos de ir durante las temporadas de lluvia e invierno."

Los esfuerzos de Margret no han pasado desapercibidos. Hace poco, un organismo gubernamental local se enteró de su trabajo y le regaló una bicicleta nueva para agradecerle sus esfuerzos. La mayoría de la gente de la zona de Margret sólo se desplaza a pie, por lo que tener una bicicleta ha hecho que sus visitas a domicilio sean mucho más fáciles y le lleven menos tiempo.

Para Feed the Children es un honor trabajar y apoyar a personas como Margret, cuyo firme compromiso y amor inquebrantable están transformando comunidades enteras.

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