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Una joven sonriendo al aire libre

La generosidad de Gabrielle

Dar está en la naturaleza de Gabrielle.  

Lo primero que le apetece compartir son las palabras. Es extrovertida y simpática, y habla tanto con las manos como con la voz. Sus gestos te acompañan mientras habla de su vida en los últimos años: el giro de una mano indica una casa de la que ya se ha mudado; un gesto juguetón con la mano hace caso omiso de las travesuras de un hermano pequeño. Las palabras "la pandemia" van acompañadas de un movimiento de muñeca que hace retroceder la mano, algo que ella, como todo el mundo, está deseando dejar en el pasado.  

Gabrielle también es generosa con su tiempo. Una enorme sonrisa se dibuja en su rostro cuando se habla de Team Impact, el programa en el que trabaja como voluntaria. Y si se le pregunta qué es lo que más le gusta...  

"Todo", dice Gabrielle con entusiasmo. "Tengo la oportunidad de ayudar y servir a otras personas, y eso me hace muy feliz: ver las sonrisas de los demás. Me encanta hacer todo eso". 

Lo dice todo deprisa, las palabras casi chocan entre sí en la corriente del entusiasmo. Se necesitan las dos manos para transmitir este mensaje, abiertas de par en par, con las palmas hacia arriba: un gesto de entrega, o quizás la pregunta ¿quién no querría ver feliz a la gente? 

Teen Impact es uno de los programas que se ofrecen en el Buffalo Dream Center de Nueva York, socio comunitario de Feed the Children. Gabrielle y sus dos hermanos pequeños conocieron el Dream Center cuando un pastor local les invitó a participar en su programa de verano Kidz Club. En 2020, cuando estalló la pandemia, Gabrielle y su familia empezaron a trabajar como voluntarios.  

Además de Teen Impact, Gabrielle trabaja como voluntaria en el mismo programa Kidz Club al que asistía antes. Allí ayuda a supervisar los juegos, juega con los niños más pequeños y reparte bocadillos. Esta parte en particular es importante para ella. Sabe que muchos de los niños que asisten a estos programas proceden de hogares con inseguridad alimentaria y dependen de las despensas de alimentos o de los programas de ayuda del gobierno para comprar comida. Un tentempié de patatas fritas o un caramelo, incluso de marca, es un gran regalo.  

Se siente identificada con ellos. En el pasado, la familia de Gabrielle también recibió artículos del Dream Center.  

"Hemos conseguido material escolar y comestibles cuando no teníamos dinero para comprarlos", explica. Tiene la mano apoyada en el respaldo del sofá. Pero entonces sonríe. "Les estoy muy agradecida. Cuando estoy pasando por un mal momento, siempre rezan conmigo y me animan, y no me siento sola. Rezan conmigo, hablan conmigo, y eso me hace sentir muy bien".  

Se lleva la mano al pecho y se detiene un instante sobre el corazón.  

"Realmente bueno". 

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